Reconquistar nuestro tiempo
El espejo suele ser despiadado. Una arruga más pronunciada, ojeras más profundas, un pelo blanco donde, ayer mismo, no había ninguno. Pero esto no es, en realidad, a lo que debemos prestar más atención. De hecho, si miramos profundamente nuestra imagen reflejada, a veces nuestros ojos parecen apagados. Huecos, vidriosos, faltos de impulso, fatigados sin medida por ritmos frenéticos, compromisos agobiantes, días que parecen cortos y al mismo tiempo interminables.
Ya no observamos lo que nos rodea. Todo parece mecánico, preempaquetado, organizado por otros, ahogado en un manto brumoso que intentamos en vano agarrar, hacer nuestro, que nos desorienta mientras nos ahogamos en su trágica tranquilidad, que nos conduce, como bancos de peces arrastrados por la corriente, al más completo letargo del alma.
Ya nada parece impresionarnos, nada parece emocionarnos o asombrarnos, y sin embargo la verdadera belleza, la maravilla más deslumbrante está a menudo ahí, al alcance de nuestra mano. La sonrisa y el progreso de nuestros hijos, la luz resplandeciente que emana de su simple presencia, la cohesión y el amor de una familia, el afecto sincero de un amigo, son bienes preciosos, indispensables, raros por su sencillez, un resplandor de verdad en la mentira imperante, un punto de apoyo en las arenas movedizas que nos rodean.
Por eso es fundamental, en medio del miasma del mundo moderno, redescubrirnos a nosotros mismos, volver a nuestros afectos, viajando quizá a menor velocidad, redescubriendo el otium querido por nuestros antepasados, buscando lo extraordinario en la vida cotidiana, purificándonos, en la medida de lo posible, de las toxinas de un sistema que lo exige todo y devuelve muy poco, que nos empuja a ser mónadas aisladas, clavadas a un metaverso loco, que nos quita el aire limpio y pone nuestra existencia bajo el vacío. Recuperar nuestro tiempo es, hoy, un acto revolucionario. Debe ser, a toda costa, un objetivo esencial, un imperativo categórico que hay que poner en marcha de inmediato, un paso obligatorio si no queremos dejar de crecer y seguir vivos entre los muertos.
En realidad, no hay lujo más grande que podamos permitirnos.
Fuente: https://www.weltanschauung.info/2022/12/rimpossessarsi-del-nostro-tempo.html
Traducido por Counterpropaganda