¿Quiénes son los verdaderos "extremistas"? - Paul Cudenec
Después de varias décadas, acabas acostumbrándote a que tus opiniones sean siempre calificadas de "extremistas".
Vigilas lo que dices a tus compañeros de trabajo y a ciertos miembros de tu familia, te expresas de forma anónima o seudónima, te refugias en personas afines y te apartas mentalmente del conjunto de la sociedad.
Esto es, por supuesto, lo que se pretende conseguir con la etiqueta: la marginación, la estigmatización y, en última instancia, la criminalización de las opiniones discrepantes.
Hace tiempo que soy consciente de la naturaleza de este mecanismo y a veces he intentado convertirlo en una insignia de honor.
En los años noventa escribí una novela inédita (¡y probablemente impublicable!) titulada "The Extremist" (El extremista) y más tarde hice un guiño en la misma dirección con el subtítulo de 2019 "No Such Place Asha - An Extremist Novel" (No existe ningún lugar como Asha: una novela extremista),
Pero últimamente me he dado cuenta de que la etiqueta de "extremista" ¡es fundamental y escandalosamente injusta!
¿Es realmente "extremista" pensar que nuestra sociedad ha tomado una dirección gravemente equivocada y que necesita urgentemente un replanteamiento?
¿Es realmente "extremista" tratar de defender las libertades fundamentales frente a la invasión del control autoritario del estado policial?
¿Es realmente "extremista" oponerse a la destrucción del mundo natural para satisfacer la codicia material?
¿Es realmente "extremista" protestar contra las guerras que acaparan recursos y se libran con falsos pretextos a costa de un sinfín de vidas inocentes?
¿Es realmente "extremista" horrorizarse ante la acumulación cada vez mayor de riqueza y poder en manos de una pequeña pandilla de sociópatas criminales?
¿Es realmente "extremista" darse cuenta de sus mentiras, investigar sus actividades y denunciar sus maquinaciones infames?
No, ¡claro que no!
Hasta ahora, la denigración con el calificativo de "extremista" ha sido muy eficaz.
Funciona incluso mejor que términos como "inaceptable", "marginal" o "fuera de lugar" porque también sirve para dividir a los disidentes en dos bandos opuestos.
Una vez etiquetados como "extrema izquierda" o "extrema derecha", se supone que debemos aferrarnos a esa lealtad fabricada, adoptar todas las opiniones pregonadas por sus autoproclamados líderes, no estar nunca de acuerdo con nada de lo que diga el "otro extremo" y, de hecho, considerar a estos disidentes rivales como nuestros principales enemigos, en lugar del propio núcleo del poder.
He dicho "hasta ahora" porque parece que la rígida división "izquierda-derecha" se está por fin desmoronando, a medida que la gente se da cuenta de que la batalla crucial es en realidad entre "abajo" y "arriba", entre "nosotros" y "ellos".
Cuando se quiebra la ilusión de "extremos" opuestos que flanquean un "centro" moderado, el panorama general se vuelve mucho más claro.
Resulta evidente que los verdaderos "extremistas" son los que ya son extremandamente ricos pero quieren serlo aún más; los que son extremandamente falsos y deshonestos en sus actos; los que tienen un desprecio extremo por la vida y el bienestar de los demás y un miedo extremo a la democracia real, junto con una propensión profundamente desagradable a utilizar la violencia extrema para proteger y expandir su poder.
¡El inminente colapso de su mendaz narrativa y el tan esperado despertar de la gente promete ser extremadamente interesante!
Fuente:
Traducido por Counterpropagada