OPINIÓN PÚBLICA
Cualquier tema, cuando llega a estar en la boca de todo el mundo, acaba neutralizándose. En primer lugar, se acumulan la desinformación y las opiniones contradictorias; en la mente del observador medio desinteresado (la mayoría de la población en cualquier tema que no sea de puro uso y consumo) se crea una impresión de indefinición, por la que la verdad y la mentira, el sentido común y el absurdo, acaban siendo equivalentes.
La atención y la simpatía se desplazan desde el tema a la facción que lo sustenta; los que no son sectarios, dirimen sus sensibilidades en el plano más trivial y compartido, mostrando el hartazgo y la impaciencia de quienes han perdido el tiempo escuchando opiniones inútiles.
Más pernicioso es el fenómeno por el que la cuestión entra en el imaginario colectivo y acaba en el sótano de las cuestiones conocidas e inútiles porque ya han sido resueltas o son irresolubles, sobre las que conviene ironizar y pasar página. Finalmente, sobre ese residuo que sale de la criba, pasa la pseudo-inteligencia con el rastrillo de los «ismos» (negacionismo, revisionismo, etcétera) para hacer tabla rasa utilizando el estigma social y moral como palanca.
Al final del proceso, no queda nada de la cuestión inicial. Al final, gana quien desea que las cuestiones no se discutan, sino que se olviden, o en el mejor de los casos se dejen de lado. Pierde quien desea una porción de la verdad, por ínfima que sea. Pierde quien cree, a mansalva, que tiene una opinión («libre», «independiente», «válida»). Nuestro «pensamiento», nuestra «opinión», no es más que papel mojado.
Los procesos de formación de la opinión pública y su manipulación son conocidos por quienes hacen de la información y la comunicación un arma.
Fuente:
https://t.me/weltanschauungitaliaofficial/6196
Traducido por Counterpropaganda