Los nacidos entre los años 60 y 90 crecieron jugando en la calle. Hoy, pensar en dejar a un niño en el patio durante días enteros es impensable. ¿Por qué?
Influyen varios factores: en primer lugar, la tecnología que aísla; de hecho, los niños pasan mucho tiempo delante de las pantallas.
En segundo lugar, la cultura contemporánea que favorece los entornos supervisados y estructurados, reduciendo las oportunidades de los niños de explorar libremente y socializar al aire libre. Todos participan en cursos, clases y actividades extraescolares perimetradas y valladas.
Por último, está la cuestión de la seguridad, sinceramente ¿cuántos padres dejarían hoy a sus hijos jugar tranquilamente en la calle? Casi ninguno. Es comprensible, entre otras cosas porque falta la cohesión social que antes se daba por sentada, cuando en las comunidades más unidas los padres se sentían seguros dejando que sus hijos jugaran fuera, sabiendo que había otros adultos que intervendrían en caso necesario.
Muchos padres son conscientes de que el juego al aire libre es esencial para el desarrollo físico y mental de los niños, pero los factores arriba mencionados prevalecen sobre las intenciones.
La realidad es que «la calle» es muy importante para el desarrollo de la socialidad y el desarrollo motor y cognitivo. Y es una experiencia que hoy está casi eliminada por culpa de una sociedad que se ha vuelto hipercontrolada y a la vez peligrosa.
No se trata de nostalgia de tiempos pasados, es un hecho que nuestros hijos viven en un mundo que se considera libre y avanzado pero que en realidad perimetra su existencia y en el que ya no hay cohesión social ni seguridad.
Fuente:
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Traducido por Counterpropaganda
Necesitamos recuperar las redes de apoyo mutuo y reciprocidad en el vecindario, retomar procesos de construcción de comunidad que nos devuelvan ese círculo invisible de seguridad en el que los ojos de todos velan por el bienestar de todos. Solo así quizás recuperaremos nuestra humanidad, que necesita urgentemente cooperación y reciprocidad para subsistir en un mundo que se ha olvidado de lo que nos humaniza.