La dinámica social y cultural de Sorokin
Pitirim Sorokin fue uno de los mayores intelectuales del siglo XX, a pesar de que hoy en día es poco conocido debido al circuito cultural actual, que difunde mal sus obras.
Fue un intelectual integral, que se interesó por la sociología, las cuestiones teológicas y éticas, la dinámica de las civilizaciones, la literatura, el arte, la filosofía, la psicología, el derecho, la política y la metapolítica. Difícilmente se puede encontrar un estudioso de tanta lucidez y claridad a la hora de abordar las causas de los cambios socioculturales en la historia.
Sorokin, en "Social and Cultural Dynamics", identificó básicamente tres visiones que se suceden y alternan en la historia de la humanidad: la ideacional, la idealista y la sensista.
Exploró las tres, pero detengámonos brevemente en la visión actual, que tan brillantemente captó, y en algunos aspectos profetizó, es decir, la que denominó "sensista".
Se trata esencialmente de la "verdad de los sentidos"; según este punto de vista, la realidad-valor es sólo la que se obtiene a través de los órganos sensoriales, ellos son la auténtica fuente de conocimiento. Hay un rechazo total de cualquier realidad supersensorial, ya que ésta no existe o es inescrutable y, por tanto, irrelevante (Kant, agnosticismo, positivismo). La ignorancia está claramente detrás de cualquier afirmación de la existencia de realidades no manifiestas. Todo lo espiritual es ridiculizado y reinterpretado de la manera más vulgar y degradante. Evidentemente, se alimenta a lo grande el estudio del mundo de los sentidos, de la física, de la química y de la biología, se canalizan y encauzan todas las energías hacia los fenómenos sensoriales, hacia las innovaciones tecnológicas destinadas a satisfacer las necesidades sensoriales del ser humano.
El hombre se convierte en un complejo de electrones y protones, en un organismo animal, en un conjunto mecánico de reflejos o de relaciones estímulo/respuesta, o en un amasijo analítico lleno de libido.
"Las ciencias sociales y psicológicas comienzan, por consiguiente, a imitar los métodos de las ciencias naturales tratando al hombre como un fenómeno inorgánico, como en la física y la química. Todos los fenómenos culturales acaban siendo abordados en términos psicoanalíticos, fisiológicos, endocrinológicos y conductistas. La sociedad se concibe como una entidad económica y las interpretaciones económicas de la historia empiezan a gozar de una influencia incuestionable".
Se desarrollan mentalidades relativistas, temporalistas y nihilistas. Por otra parte, si todo tiene un valor temporal y cambia sin cesar y si las percepciones de cada uno difieren, entonces no hay principios absolutos y todo se vuelve relativo.
"El relativismo, una vez aceptado, llega a relativizar toda verdad y todo valor convirtiéndolos en "átomos", por lo que con el tiempo dará paso al escepticismo, al cinismo y al nihilismo. La línea entre lo verdadero y lo falso, entre el bien y el mal desaparece y la sociedad se sume en un estado de auténtica anarquía mental moral y cultural."
Sorokin afirmó sin titubeos que "ninguna sociedad puede perdurar mucho tiempo en tales circunstancias".
Una mente dominada por el principio de verdad sensista no puede percibir absolutamente ningún valor permanente, sino sólo aquellos valores que puede captar en términos de cambio y transformación. De hecho, se puede ver cómo los contemporáneos sólo consideran las cosas según los principios de la evolución y el progreso. Se cultivan intensivamente las disciplinas que tienen fines prácticos y utilitarios y alimentan el "progreso": física, química, biología, medicina, geología, tecnología, economía.
El sistema educativo se orienta hacia los conocimientos útiles y los oficios. La principal tarea de la escuela es formar hombres de éxito, artesanos, ingenieros, técnicos, políticos, abogados, médicos, etc. Así pues, los conocimientos prácticos más buscados se refieren al arte de acumular dinero y alimentar un hipotético progreso.
La filosofía de moda también se dedica a la realidad de los sentidos y se transforma en un sistema basado en la crítica negativa, el agnosticismo y el escepticismo. Lo que no se puede dominar a nivel utilitario cae en el olvido. Toda forma efectiva de conocimiento y sabiduría es ignorada, ya que, al no tener una utilidad inmediata, no desempeña ningún papel en el currículo escolar. El pensamiento metafísico, el no pragmatismo, los valores absolutos y las religiones trascendentes se descuidan, se trivializan o se utilizan también de forma utilitaria, pragmática e instrumental, piénsese en las riquezas y corrupciones de las instituciones religiosas o en los degradantes fenómenos New Age y espiritistas.
Pero tal actitud es totalmente comprensible, si los sentidos son la única fuente de cognición, ¿qué puede haber más concreto que la materia, los reflejos, las funciones digestivas o el sexo? Es normal, pues, que la cultura sensualista inste a satisfacer las necesidades y deseos del cuerpo.
A este mecanismo que definió como "una simple suma de individuos en interacción donde prevalece el carácter utilitario, hedonista, pragmático, operativo" contrapuso lo que los tradicionalistas llaman "Tradición". Sorokin hablaba de un "sistema de verdad ideacional", pero en realidad afirmaba exactamente lo mismo, es decir, un sistema basado exactamente en lo contrario de lo que propone la cultura del sentido predominante en nuestro tiempo. Un sistema de este tipo apunta a la realidad suprasensorial, basada en la revelación, la inspiración divina, la experiencia mística y lo absoluto. La cultura ideacional conoce una dimensión ascética.
"La mentalidad ideacional postula un ser eterno, inmutable, fundamento de la absolutez de los valores. El hinduismo y el budismo, como, más en general, el platonismo y la mística, proponen la introversión y el control de las emociones para lograr la plena estabilidad del ser. La mentalidad sensista, en cambio, asume la concepción de la realidad como un continuo devenir y predica el relativismo de los valores, el eudemonismo, el hedonismo y el utilitarismo, que se burlan de los afirmadores del valor ilimitado de los principios éticos. Todo lo que aumenta el poder del hombre sobre la naturaleza y sus semejantes y todo lo que produce placer se considera bueno. Se hace especial hincapié en la riqueza y se señala al poseedor de dinero como modelo a envidiar e imitar.
En relación con el arte y la estética, también se reproducen contrastes similares. El estilo (pictórico, escultórico, arquitectónico, musical, teatral, literario, etc.) de la cultura ideacional es simbólico: los aspectos físicos de la representación, que sólo se insinúan sin llamar la atención del artista y del espectador, remiten al mundo invisible y trascendente. El arte idealista es aliado y sirviente de la religión. El estilo de la cultura sensista es naturalista e impresionista: sus objetivos son, por un lado, la reproducción del objeto y la circunstancia de la manera que más se aproxime al relato ordinario de los órganos perceptivos y, por otro, la satisfacción de las necesidades pasionales y burdas del espectador. Por tanto, exige una atención minuciosa al detalle y propone una representación meticulosa y tendenciosa que degrada, desacredita y ofende los componentes nobles y elevados de la existencia. El "arte por el arte" es el manifiesto del estilo sensista. Es necesariamente fútil y superficial porque busca la musicalidad y lo agradable en lugar de la verdad y la elevación en una composición. Al encontrar en la capacidad de procurar placer su finalidad, cultiva el color y el sonido por sí mismos y genera una multitud de estetas, entendidos, críticos y teóricos que juzgan la perfección técnica de la interpretación. El artista se esfuerza por triunfar ante un público vasto y mediocre. Por tanto, debe seguir las exigencias siempre cambiantes de la moda y someterse al axioma decretante de que todo lo nuevo es bueno. Debe ser siempre moderno y actual. Si es escritor, quiere producir un best-seller y hacerse rico. Orgullosamente se declara libre porque sus publicaciones no están supeditadas a contenidos y poderes alógenos, como los grandes principios éticos y las autoridades religiosas, pero en realidad, al obedecer las exigencias de un mercado trivial y burdo, sólo ha cambiado, para mal, de amo."
El conocimiento empírico es aquí de apoyo, observa la realidad desde el aspecto espiritual, tiene valor absoluto y no es pragmático ni utilitario, sino que está al servicio del supermundo.
Sorokin sabía identificar las alternancias de los sistemas analizando con claridad los principios sobre los que funciona una sociedad ideacional (tradicional) y aquellos sobre los que lo hace la actual (moderna), que él denominaba "sensista". Creemos que los textos de Sorokin deben contarse entre las lecturas obligadas para quienes quieran comprender realmente el espíritu de la época en la que vivimos.
Fuente: https://www.weltanschauung.info/2015/05/sorokin-un-intellettuale-dimenticato.html
Traducido por Counterpropaganda