Fatalismo y rebeldía
¿Y si nos abandonáramos al fatalismo? ¿Qué deriva más grave podría tomar el curso de los acontecimientos y de nuestra existencia? Mera pasividad, física e intelectual, letargo de la razón, aniquilación de la lógica normativa, confianza ciega en la ciencia y la medicina, que reniega de sí misma y de sus preceptos sagrados.
Por tanto, es preciso redescubrir ahora la figura del «rebelde».
Pero, ¿quién es un rebelde?
Ernst Junger nos enseña que «llamamos Rebelde, en cambio, a quien en el curso de los acontecimientos se ha encontrado aislado, sin patria, para verse finalmente abocado a la aniquilación. Pero éste podría ser el destino de muchos, quizá de todos, por lo que hay que añadir algo a la definición: el Rebelde está decidido a resistir, su intención es dar la batalla, aunque sea desesperadamente. Rebelde es, por tanto, aquel que tiene una relación profunda y ancestral con la libertad, que se expresa hoy en la intención de oponerse al automatismo y en el rechazo a sacar de ello la consecuencia ética, que es el fatalismo.»
Rebelde es quien rechaza el mecanismo impuesto. Rebelde es quien resiste aun sabiendo íntimamente que ha perdido. La rebeldía es lo contrario de aceptar el propio destino sin intentar alterar su curso. La rebeldía es vida.
La resistencia es lo que nos separa de la pendiente fatal del fatalismo. Sucumbiendo al fatalismo caeremos en un barranco del que nadie vendrá nunca a recogernos.
Seremos aislados, por supuesto, rechazados y etiquetados, pero al menos habremos lavado la conciencia a las generaciones futuras.
Fuente:
https://www.weltanschauung.info/2017/10/fatalismo-e-ribellione.html
Traducido por Counterpropaganda