Es imposible - Todd Hayen
¿Desde cuándo los seres humanos han desarrollado esta creencia de que nadie en el poder podría ser corrupto, o tener motivos distintos a los de un gobierno por el bien del pueblo? Les parece imposible creer que un político pueda ser mala persona; sólo Donald Trump parece merecedor de este sentimiento. ¿Y eso por qué? ¿Qué ha hecho tan mal para que se le considere prácticamente inhumano? ¿Tocar coños?
Este es uno de los grandes misterios de nuestro tiempo, y ni siquiera puedo empezar a entenderlo. Crecí en los años 60 y 70, y por aquel entonces probablemente no había ni una sola cosa que el gobierno pudiera hacer en la que la gente confiara. Claro, eran sobre todo los jóvenes los que no podían confiar en el gobierno ni de lejos, pero para cuando el escándalo Watergate alcanzó su punto culminante y Nixon abandonó el cargo de presidente en desgracia, casi todo el mundo, al menos en Estados Unidos, cuestionaba la legitimidad de nuestros líderes.
¿Puedes imaginarte a muchos jóvenes de hoy en día preocupándose siquiera un segundo de lo que hace el gobierno? Sí, a algunos, pero no a la mayoría. Éramos tan idealistas en los años sesenta, setenta e incluso ochenta. El movimiento anti-sistema era el lema del momento. ¿Qué demonios ha pasado? Veo a muchos jóvenes en mi consulta y debo decir que a casi todos ellos les importan un bledo este tipo de cosas. En mi opinión, eso es aterrador.
(Sé que esta es mi experiencia anecdótica y que no se aplica a todos los menores de 30 años en todas partes... teniendo en cuenta las protestas que están teniendo lugar estos días en los campus universitarios, al menos hay algunos que se preocupan por algo.)
¿Y mis clientes adultos?
Tengo muchos que tuvieron una infancia llena de malos tratos. Las historias que cuentan sobre sus padres pueden ser aterradoras. Algunos reconocen que sus padres tenían graves problemas, lo que suele ocurrir si los abusos fueron extremos. Pero muchos de ellos dicen que se merecían cualquier castigo duro que recibieran, o que sus padres «hacían lo que podían» para criar a tres mocosos desafiantes.
«¿Qué otras opciones tenían?», dicen, o « Están haciendo lo mejor posible teniendo en cuenta las circunstancias».
No parece haber distinción entre la incompetencia habitual y la corrupción malvada y consciente. Si una deficiencia no es consciente, no importa cuáles sean las consecuencias, se perdona. Es decir, papá no era una persona malvada, simplemente no podía manejar todas las presiones que tenía encima. Si se sentía obligado a golpear a sus hijos sin sentido de vez en cuando, bueno, ¿qué se puede decir al respecto? Déjalo en paz. No es fácil ser padre, no es fácil ser presidente o primer ministro.
De hecho, alguien me dijo una vez que podía perdonar a Biden por sus defectos porque tenía un perro, mientras que Trump no lo tiene, por lo que es un imbécil malvado: Biden no puede ser malvado por su amor a su perro. Tengo que admitir que hay cierta validez psicológica en esta interpretación, pero vamos, se sabe que Hitler amaba a su perro, Blondi, y eso obviamente no mitigó ni excusó su conducta.
Creo que este concepto de aceptación parental está en juego aquí. Cuando alcanzamos un cierto nivel de madurez, desarrollamos una empatía por los actos malvados de nuestros padres, principalmente porque, a menos que tus padres fueran psicópatas, la mayoría de sus defectos no fueron intencionadamente malvados. ¿Significa eso que se les debe perdonar por sus actos? Quizá hasta cierto punto sí, dependiendo del abuso. ¿Se debe perdonar a un político de la misma manera? Por supuesto que no.
En primer lugar, porque no son nuestros padres. La conexión del alma entre un funcionario elegido y aquellos que lo eligen no debería ser un factor influyente en absoluto, de hecho, no debería haber ninguna conexión de corazón/alma con un cargo público. No son nuestros amigos, familiares, amantes o padres. Son depositarios de objetivos que hemos puesto en su lugar para que cumplan nuestras órdenes. Si fracasan, deben ser tratados como fracasados y como traidores a la confianza que les otorgamos.
La otra razón por la que no se les debe perdonar como se puede perdonar a los padres es porque la mayoría de las maldades que cometen son conscientes, intencionadas y, a menudo, francamente perversas. Pueden ser psicópatas, y a los psicópatas nunca se les debe perdonar si te hacen daño. Deben ser considerados responsables de sus actos.
Aquí también se da un poco el síndrome de Estocolmo. Que puede explicarse en gran medida de la misma manera que acabo de describir sobre el fenómeno padre/hijo, político/hijo. Todos somos cautivos de facciones totalitarias. Los que no estamos manipulados psicológicamente por nuestros captores luchamos contra ellos. Ellos son el enemigo. Podemos considerarlos malvados o, como mínimo, contrarios a nuestro bien común como seres humanos libres. Las personas manipuladas psicológicamente pueden caer en el Síndrome de Estocolmo, que les hará ver a sus secuestradores como amigos, benévolos y empáticos. Desarrollan sentimientos compasivos hacia ellos y forman un vínculo psicológico positivo.
Sin embargo, a los verdugos, al menos en el contexto de este artículo, no les importan en absoluto sus víctimas. Una de las razones es que suelen tener prisioneros a millones de personas. No pueden establecer ningún tipo de vínculo personal con ellos. Las personas que se sienten cautivadas por los famosos suelen pensar que el famoso los ve (a sus fans) de la misma manera que el fan ve al famoso.
Obviamente, no es así. Los políticos ven a sus electores como las estrellas de cine y de rock ven a sus fans, como el resto de nosotros veríamos a las hormigas. Nos ven como millones de bichos inútiles con los que no tienen ninguna relación, y menos aún como seres humanos. ¿Son así todos los famosos y políticos? Probablemente no. En un tiempo diría que muy pocos lo eran, pero ya no estoy tan seguro. Teniendo en cuenta todo lo que ha sucedido recientemente en el mundo, creo que es más seguro creer que casi todos son así, por aterradora que sea esa perspectiva.
Una persona normal que pisa hormigas en un picnic se considera legitimada para hacerlo, las hormigas están invadiendo su placer cuando está sentada en la hierba. ¿Se considera malvado? Quizá para algunos, pero no para la mayoría. Al fin y al cabo son hormigas, ¿por qué deberían importarnos las hormigas?
Los políticos y los gobernantes de los que hablo consideran a todos aquellos sobre los que tienen poder como si fueran hormigas. Tienen un objetivo que quieren alcanzar, y al hacerlo pueden matar a un puñado de hormigas, ¿y qué? Lo importante para ellos es el objetivo. No vamos por ahí con un lanzallamas en busca de hormigas que se ocupan de sus propios asuntos para incinerarlas. Pero si se interponen en nuestro camino, si nos impiden alcanzar nuestros objetivos (tener un picnic sin bichos o una cocina limpia), las eliminamos sin contemplaciones.
Lo mismo ocurre con esta gente y cómo nos ven...
¿Y por qué el ciudadano medio no cree que esto sea posible? Sí, es bastante extremo creer que las mismas personas que tienen tanto control sobre nuestras vidas puedan vernos como hormigas inútiles, pero teniendo en cuenta las acciones recientes, es prácticamente lo único que tiene sentido. Esto no sólo ocurre con los políticos, sino también con las corporaciones que controlan nuestras vidas de alguna manera: la industria farmacéutica, los hospitales, los alimentos, el agua, los medicamentos, incluso los propios médicos. Es una pesadilla.
Y sí, puede ocurrir, está ocurriendo. Y muy pocos de nosotros podemos siquiera decir que es posible. El mal y la corrupción entre quienes detentan el poder no sólo son posibles, sino claramente probables. Siempre ha sido así y siempre lo será. Sólo que antes éramos más sabios, más conscientes y quizá un poco más inteligentes a la hora de afrontarlo.
Ya no.
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Fuente:
https://off-guardian.org/2024/11/30/its-just-not-possible/
Traducido por Counterpropaganda