El viejo campesino
El viejo campesino, desde la ladera de la colina, contemplaba con nostalgia la puesta de sol. Un sol tibio, que parecía casi engullido por la ciudad más abajo, seguía brillando sobre las arrugas de su rostro enrojecido, haciéndolas tan profundas que parecían surcos excavados en la propia tierra, tan marcadas que eran una manifestación palpitante de vida real, vivida.
Era un hombre honesto y sencillo, el viejo campesino, y precisamente por eso ya no se sentía a gusto en el mundo. No soportaba la cobardía, las mentiras, los traidores, la ambigüedad de un sistema "democráticamente" coercitivo, la destrucción sistemática de toda identidad, el asesinato premeditado de la lógica y del sentido común, el entierro, en los polvorientos meandros del nuevo mercado, de las artes, el folclore y los oficios.
No toleraba, por encima de todo, la igualdad como medio de aniquilación, la mortificación de los más jóvenes, la guerra disfrazada de paz, la ausencia de espíritu crítico. Estaba chapado a la antigua, el viejo campesino. A su pesar, seguía creyendo en la existencia del hombre y de la mujer, en la sacralidad de la promesa hecha, en la fuerza y la firmeza de los brazos, en el apretón de manos que es tan válido como un contrato, en el acto de la voluntad, en la acción que, como un río tumultuoso en crecida, rompe las frágiles orillas de las palabras vacías y de las inútiles chácharas de salón.
Seguía observando la puesta de sol desde la ladera, el viejo campesino, esbozando esta vez una extraña sonrisa. Percibió, con extrema claridad, que el espectáculo que tenía ante sus cansados ojos no era sólo el final del día, sino el crepúsculo de toda una civilización. Se prometió a sí mismo, en aquel preciso instante, apretando con fuerza el vaso de vino que sostenía entre sus dedos desgastados por el trabajo en el campo, que se mantendría siempre firme, fiel a sus principios, hasta el final de sus días, marchando en una dirección obstinada y contraria.
Fuente: https://www.weltanschauung.info/2023/12/il-vecchio-contadino.html
Traducido por Counterpropaganda