Los sistemas liberales occidentales han protegido el derecho a la propiedad privada (que es un valor político, antes que económico) en la medida en que podía garantizar los privilegios y la explotación de los débiles, pero cuando la fractura social llega a ser tal que casi toda la riqueza se canaliza hacia las arcas de una élite muy reducida y la pobreza está llamada a convertirse en el mínimo común denominador de todo el tejido social, entonces hay que abolir la propiedad privada como norma y sancionarla como excepción, para blindar los privilegios de unos pocos y la dependencia de muchos.
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El poder odia la propiedad privada
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Los sistemas liberales occidentales han protegido el derecho a la propiedad privada (que es un valor político, antes que económico) en la medida en que podía garantizar los privilegios y la explotación de los débiles, pero cuando la fractura social llega a ser tal que casi toda la riqueza se canaliza hacia las arcas de una élite muy reducida y la pobreza está llamada a convertirse en el mínimo común denominador de todo el tejido social, entonces hay que abolir la propiedad privada como norma y sancionarla como excepción, para blindar los privilegios de unos pocos y la dependencia de muchos.